Amargura del Caribe 1957 (Spanish)

Caracas, 08 de febrero de 1957 - Ese dia bajamos al litoral rumbo a Caraballeda. El tío Pedro nos había prestado su apartamento en el piso cinco de Mansión Charaima.

 

Me encantaba bajar al mar, pasar por Macuto y la Tomaselli, pero en esos momentos no estaba muy interesado en helados. Mi mente estaba concentrada en la Serie del Caribe de ese año.

 

Por primera vez estaba disfrutando el triunfo de mi equipo, los Leones del Caracas, que habían logrado coronarse campeones en esa temporada de 1956-1957.

 

El último título había sido en 1952 cuando la gran estrella negra cubana, Martin Dihigo dirigió a nuestros Leones, pero yo todavía no había sido contagiado por la fiebre del beisbol.

line-ups

 

Siempre escuchaba las tertulias y discusiones en nuestra casa. Hortensia la magallanera, mi papá y mi abuela caraquistas, Cira y doña Copita, la madre del comisario, Jesús Chucho Ramos aupando a los ‘Turcos” de Carlos Lavaud. Las discusiones se prolongaban por horas. Las arepas las dejaban ensartadas en las antenas de los carros de los fanáticos blanqueados.

 

Me parecía divertido y apasionante. Así fui cayendo en ese mundo, compré mi pelota, un bate y un mascotín en la Casa Sport, cerca de la esquina de Cruz Verde. Desde entonces caraquista a rabiar.

 

 

 

En las dos Series anteriores, estuve ligando al Pastora que contaba con las estrellas: Howie Fox, Tomy Byrne, Johny Temple, Eddy Bailey, dirigidos por el cubano Napoleón Reyes (1955) y luego al Magallanes que enfrentó a aquel Santurce de pánico, el de Willie Mays y Roberto Clemente, y que estuvieron a punto de ganar esa Serie de 1956.

 

Ese par de fracasos de nuestras representaciones me dolieron, pero no me mataron.

 

Llegamos a Charaima el viernes en la tarde. A las 7pm había cine en el jardín frente a Laguna Beach, así que cada uno tenía que buscar su silla y ubicarse para ver la película: El capitán Scott.

 

En la mañana del sábado 09 de febrero, me levanté temprano, ya mi papá estaba en el balcón que daba hacia donde está hoy el Hotel Sheraton. Serían las nueve de la mañana y ya el sol picaba, casi le arranco la sección de deportes de El Universal, que mi papá leía plácidamente. Hoy es la inauguración de la Serie del Caribe en el estadio de El Cerro de la Habana.

 

El titular decía -Venezuela llegó a la Habana. En el tercio inferior una foto y la entrevista a nuestro mánager Clay Bryant quien respondió a los periodistas con una frase que se me quedó grabada desde entonces –“Si la lógica triunfa, regresaremos campeones”.

 

serie del caribe

Lleno de entusiasmo, me digo -con este equipo no podemos perder. Todos habían bateado sobre 300 puntos e íbamos reforzados con Luis Camaleón García, Julián Ladera y Emilio Cueche, entre otros.

 

John Roseboro el cátcher que sustituiría a Campanella en los Dodgers de Brooklyn había conectado para 338, Pompeyo Davalillo en 2ª base, ya se había estrenado con los Senadores de Washington y su promedio fue de 300, Rudy Regalado 1ª o 3ª base 304, Bob Wilson, el campeón bate con promedio de 350 ocupaba el center field, Jim Williams en el jardín izquierdo 307, Tom Burgess en el derecho 314 y Alfonso Carrasquel el mejor campocorto del mundo 307. El pitcheo de lujo con el “Toro” Warner Birrer, José “Carrao” Bracho, Julián Ladera, Emilio Cueche (12 JG), John Jancse y un gringo “grandeliga” llamado Bob Blaylock, que había sido despedido del Cienfuegos, y con buena razón había jurado tomar venganza contra Cuba.

Durante el día disfrutamos la piscina de olas de Mansión Charaima, jugamos ping pong en el segundo piso, luego el almuerzo con ruedas de pargo frito y arroz, acompañados con jugo de durazno Yukerí y cebada.

 

Mucha ansiedad esperando el primer juego contra el Mayagüez de Puerto Rico, dirigido por Mickey Owens, el mismo del célebre “pased ball” en el Ebbets Field de Brooklyn en el noveno inning del cuarto juego la Serie Mundial de 1941.

 

Desde temprano sacamos el radio para el balcón con la intención de obtener mejor señal, pero el cable era corto y había pocos enchufes, así que estuvimos con el radio cargado girando en busca de la bendita señal. Apenas escuchábamos la voz inconfundible del narrador Buck Canel, que de vez en cuando estallaba distorsionada. Eran más los chillidos del Philco que las voces del elenco de narradores.

 

¡Que desesperación!

Luego de dos horas de lucha con la señal, supimos que el Comisionado Ford Frick había lanzado la primera bola y que habíamos ganado el primer juego de la Serie, 10x3.

 

Gran inicio que nos colmó de alegría y esperanza, conectamos 14 hits y el triunfo se lo llevo Warner Birrer. En medio de la euforia le dije a mi papá -por favor vámonos mañana temprano para Caracas, quiero escuchar el juego contra Cuba en Caracas. Ese es el equipo a vencer y no quiero estar con esta angustia de la señal y el radio.

 

En la tarde subimos a Caracas en la camioneta De Soto de mi papá, llegando a nuestra casa de Palmita a Tablitas 6-3, a la hora del 2º juego del día. Siempre optimista, confiaba en la venganza de Blaylock y las palabras de Bryan. ¡Hoy ganamos!

 

El Marianao nos monta en la lomita a Miguel Fornieles, uno de los mejores lanzadores cubanos de todos los tiempos, y de ñapa venían con el líder bate en Cuba, Orestes “Minie” Miñoso, el fenómeno Solly Drake, Hal Smith en la receptoría, Julio Becquer en primera, Patricio “Witty” Quintana en la segunda, Harold Bevan, que ya lo había visto en Venezuela con el Gavilanes en la segunda y José Valdivieso en el campó corto. Entre otros lanzadores, contaban con en el sensacional Jim Bunning que había ganado 11 juegos y Billy Werle, un zurdo que también logré ver en Venezuela.

 

Pegados a la radio, nos cayó un baño de agua fría. Miñoso y Drake bombardearon a Blaylock, acabando con su cuento de la venganza. Primera arrechera de la Serie al perder por paliza 7-1.

 

Solly Drake bateo de 4-4 y no pudimos hacer nada contra los envíos de Fornieles.

Trastabillando y peleando cada juego, llegamos al juego importante. De nuevo contra Cuba, buscando ganar para empatar la Serie.

 

Teníamos récord de 1-2 y Cuba 2-1. Si ganábamos quedaríamos 2-2 por lado.

Bryan acude a su valiente “Toro” Birrer, uno de los lanzadores más guapos que ha pasado por el beisbol venezolano.

 

El juego era a segunda hora del miércoles, día de semana y de colegio. Mi papá me complació para el trasnocho. Me fui a su cuarto, colocamos el radio en la cama y comenzó el gran juego. No me quedaba uña, ni sueño.

 

Nos volvieron a traer a Fornieles, pero le hicimos una carrera en el segundo y otra en el tercero por jonrón de George Wilson. Cerrando el tercero, otra vez Drake y Miñoso haciendo de las suyas nos empataron el juego. En el séptimo de la suerte anotamos dos veces con Carrasquel y Fernando Basante, impulsados por Pompeyo Davalillo. Parecía que lo íbamos a lograr.

 

Llegó el cierre del noveno, ganando 4x2 con el virtual empate a punto de darse.

Ahora si se escuchó con nitidez la voz de Buck Canel -No se vayan que esto se pone bueno!

 

No lo hubiese querido escuchar en ese momento. Esa frase me aterró a las 11 de la noche.

 

Birrer guapeando sale para cerrar el noveno. Juego a punto de caramelo.

“Cachano” Delís roletea fuerte por tercera, Camaleón García titubea con la pelota en el guante y al sacarla para lanzar a primera, se le cae la bola. En ese momento me comienza a subir la temperatura.

 

Otra vez Buck Canel -después del error viene el hit.

El Toro Birrer mete el brazo y pone en 2 strikes a Witty Quintana, pero Canel no se equivocó y el cubano conecta hit entre primera y segunda. Los nervios se adueñan de los Leones.

 

Roseboro intenta sorprender en segunda a Delís y la mete en el center field, avanzando los corredores a 2ª y 3ª.

En ese momento el radio estaba corriendo el peligro de ser lanzado contra la pared.

 

Salvent conecta línea de hit al centro trayendo las dos carreras del empate. No lo podía creer.

 

Ahora la carrera de perder estaba en segunda y al bate José Valdivieso.

Bryan saca a Birrer y trae al “Indio” Emilio Cueche. Valdivieso toca la bola por primera, Rudy Regalado la toma y trata de sacar out a Salvent en su avance a tercera. El tiro es malo, anota Salvent y nos dejan en el terreno.

Mi papá salvó al Philco, esa noche casi no dormí, pensando en las pobres madres de “Camaleón”, Roseboro y Regalado.

 

Hoy les pido perdón a esas tres honorables señoras, que no tenían nada que ver con el juego.

 

Lo demás fue historia. ¡Que amargura, no joda!

 

 

Written by: Lalalo Rodriguez Cedeño

Photo: credito al autor